jueves, 10 de mayo de 2012

Envidia sana


Lo que hoy se me ocurre contar puede resultar extraño, pero hace un par de días tuve una sensación muy bonita que me gustaría compartir.

Hace mes y medio mi vecina y su marido vinieron a cenar a mi casa, no pude menos que ofrecerles al final de la misma una copita de alguno de mis preciados licores. Para sorpresa mia ella lo rechazó, pero todo eso se tornó en alegría cuando me contó que estaban esperando a su primer hijo. Llevan mucho tiempo juntos y me contaban que tenían miedo de que "se les pasase el arroz". Así que los hombres nos tomamos la copa por la salud de la criatura y para la futura mamá preparé un buen batido tropical. Que no se diga.

Ayer me encontré a la feliz pareja en el rellano y charlando un poco me contaron que venían del ginecólogo donde se habían realizado unas ecografrías. Deben de ser geniales hoy en día, pues el médico le explicaba qué era cada cosa de ese pequeñín ser en una imagen a color. Entre otras cosas, resaltaba un punto azul que parpadeaba rápidamente. Al preguntar qué era la respuesta fue magnífica: el corazón.

Mi vecina me contaba eso emocionada. Realmente ahora sentía que había alguien más ahí dentro. Un corazón que late como el suyo y que va creciendo unido a ella. Es una sensación que no se puede explicar, pero su rostro lo decía todo. Bien dicen que vale más una imagen que mil palabras.

Más tarde, en mi casa, pensaba en que siento un poco de envídia de las mujeres. Sé que un embarazo trae muchas complicaciones y molestias de muchos tipos (que si diabetes, cambios hormonales, el peso creciente del bebé, etc) pero todo eso parece compensarse con esa sensación, esa Alegría de estar dando Vida, y que ésta responde.

Los hombres no podemos sentir lo que es eso, pero al menos me consuelo recordando la cara sonriente de mi vecina. 

¡Salud!


domingo, 6 de mayo de 2012

La compra casera

Llevaba mucho sin publicar en el blog. No quiere decir eso que no haya escrito, pero no acababan de convencerme mis textos y los dejé de lado a la espera de un momento más propicio. Sin embargo, esta semana me ha ocurrido una cosa que me ha hecho pensar y recapacitar; algo tan simple como la compra en el supermercado.

Hacer la compra no es trivial. Para saber qué verduras, conservas o la marca de detergente adecuado que uno se lleva a casa, bien se puede tener una lista bien explicada (como la que me daba mi madre tiempo atrás) o ir regularmente a hacer tus compras, solo o acompañado. Es una activdad que debería recomendarse a cualquiera para que la haga con asiduidad, pues tarde o temprano formará parte de su vida.

La experiencia es muy valiosa. De lo que compras y pruebas, luego puedes evaluar. Cuando estás revisando qué lavavajillas llevarte y te decantas por uno "económico", luego llegas a casa y descubres que ese gel inmundo no lavaría ni una mancha de polvo. Tiré el dinero en aquella ocasión, para mi rabia. Desde entonces recurro a ciertas marcas que, si bien son inicialmente más caras, a la larga las amortizo.

Y la anécdota de la semana va ahora. Dándome un paseo, me entraron ganas de comprarme algún dulce. No diré cual para no hacer publicidad gratis. La cuestión es que en el estante me encontré por un lado unidades sueltas y al otro un pack de esos llamados "de ahorro". La experiencia me aconsejó y echñe un vistazo a la etiqueta del precio, a las pequeñas letras que indican lo que pagas por kilogramo. Y la sorpresa que me llevé fue monumental: el pack parecía más económico pero si se miraba el precio por kilo... ¡duplicaba al de comprar una sola unidad!

En fin, otra cosa más para aprender. Tendré que llevarme las gafas de cerca siempre para ver esas pequeñas cifras que quizás me ayuden a hacer una compra más inteligente. ¡Buen domingo a todos!

PD: No digo nada de las madres, porque madres son todos los días, no solamente hoy. A la mía le rindo homenaje siempre que puedo, pues no sólo me quiso el día de mi cumpleaños, sino todos los días del año.