Supongamos que en el Cielo, ese Cielo tan bien descrito por Dante, hoy se celebrase un concierto, por Navidad, la llegada de Jesús a la Tierra, pero también celebrando la Dignidad de las personas, la Alegría de ser quién somos y estar Unidos. ¿Lo tienen?
La sala del escenario es de una forma curiosa. Gaudí da los últimos retoques a un techo de formas increibles que parecen mejorar a la propia Naturaleza en sus formas. Todo lo ha hecho él, poniéndole el Amor más exquisito y completando esos sueños que en la Tierra no pudieron materializarse.
No hay primera fila, el visitante anónimo podría seguir las filas de asientos pero se da cuenta de que no puede llegar a sentarse en primer lugar. Cada silla es diferente pero ninguna más hermosa que la otra. Dalí pasea entre los espacios dispuestos para que se siente cualquiera. Fue un placer trabajar con el arquitecto catalán para dar forma a ese formidable edificio en el que caben todos los habitantes. Se pregunta cómo es posible que ninguna butaca parezca mejor que la otra aún a pesar del Amor artístico que destila cada una.