Supongamos que en el Cielo, ese Cielo tan bien descrito por Dante, hoy se celebrase un concierto, por Navidad, la llegada de Jesús a la Tierra, pero también celebrando la Dignidad de las personas, la Alegría de ser quién somos y estar Unidos. ¿Lo tienen?
La sala del escenario es de una forma curiosa. Gaudí da los últimos retoques a un techo de formas increibles que parecen mejorar a la propia Naturaleza en sus formas. Todo lo ha hecho él, poniéndole el Amor más exquisito y completando esos sueños que en la Tierra no pudieron materializarse.
No hay primera fila, el visitante anónimo podría seguir las filas de asientos pero se da cuenta de que no puede llegar a sentarse en primer lugar. Cada silla es diferente pero ninguna más hermosa que la otra. Dalí pasea entre los espacios dispuestos para que se siente cualquiera. Fue un placer trabajar con el arquitecto catalán para dar forma a ese formidable edificio en el que caben todos los habitantes. Se pregunta cómo es posible que ninguna butaca parezca mejor que la otra aún a pesar del Amor artístico que destila cada una.
Por una de las entradas aparece un obeso hombre con pequeño bigote, de la mano de una mujer también anciana y charlando con una tercera persona, un anciano de cara alegre a la par que misteriosa. Los tres ríen y en ocasiones mueven los brazos exageradamente. Son Greene, Chesterton y su mujer. Las cuestiones de su vida ya quedaron atrás y ahora hablan de las sorprendentes conclusiones que buscaron a lo largo de su existencia.
Más atrás está Alec Guinness, sin barba y con su esposa, charlando con Audrey Hepburn, su cara perfecta y su perpetua sonrisa parecen mejorar la decoración del teatro. Otros actores los escuchan sonrientes. Allí están Bette Davis, Katharine Hepburn, Marlene Dietrich, Robert Mitchum, Paul Newman y Gregory Peck entre otros.
En un pasillo se forma un corro entre los que se distinguen a Truman Capote, Harper Lee, John Tolkien, Julio Verne, Tolstoi, Cervantes, Unamuno o a Pio Baroja entre otros muchos. En el centro, una persona cuyo nombre en la Tierra es Homero pero que allá arriba goza de su verdadera identidad. También está allá, junto con Virgilio, el inteligente Oscar Wilde y Miguel de Cervantes.
Albino Lucciani escucha junto con Angelo Giuseppe Roncalli, Karol Wojtyla, Agustín de Hipona y Thomas More entre otros a un sencillo joven conocido como Franchesco d'Assisi que tiene su mano apoyada en el hombro de Juan María Vianney. Cerca sonríen Asimov, Clarke, Marie Curie, Copérnico y Galileo. El número es incontable y no alcanzan mis manos a describir a todos. Es una reunión que conmueve al Corazón más duro, incluso a aquél que carezca de Esperanza o Amor. Es la Humanidad reunida, unos llegaron antes que otros, pero llegaron. Todos con un nombre de igual importancia, imitando a las butacas donde nadie es superior al otro.
Poco a poco la gente se sienta. No se pueden contar y sin embargo no está nadie lejos del escenario. Presentes están Él, Ella y Ellos. Al lado, una ancianita arrugadita que era antes llamada Agnes Gonxha Bojaxhiu y Vicente Ferrer.
Empieza el concierto, la sala brilla, pero el escenario tiene una Iluminación superior. Los músicos se colocan. No es una orquesta, es mucho más, pues los intrumentos son la misma Historia Musical de la Humanidad. Y ante ellos sube Herbert von Karajan para dirigirles.
Se hace el silencio y empieza la Música. La belleza de las notas arranca Lágrimas de Felicidad de mis ojos. El Espíritu se conmueve y si alguien me pregunta después, diré que recuerdo pocas cosas pero tengo grandes sensaciones, las cuales no tienen palabras que describan su magnitud. Recuerdo la medianoche, cuando el coro cantó unánime el Aleluya de Händel o cuando, vestido de blanco, Freedie Mercury cantó.
Cada cual que visitara aquella sala, en espectáculo eterno, podría haber reconocido a familiares y amigos, y la Alegría de haber estado en Comununión con todos ellos. La Perfección que buscamos aquí, y que no debemos cejar en nuestro empeño de crearla en la Tierra, ha participado de nosotros oyendo es Belleza.
No me quedan palabras, no me queda más que Espíritu y Belleza. Y en ese viaje, espero que todos hayan podido acompañarme. Feliz Navidad a Toda la Humanidad.
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